Villa Triste

Villa Triste

Language: English

Pages: 176

ISBN: 1590517679

Format: PDF / Kindle (mobi) / ePub


This novel by Nobel Prize–winning author Patrick Modiano is one of the most seductive and accessible in his oeuvre: the story of a man’s memories of fleeing responsibility, finding love, and searching for meaning in an uncertain world
 
The narrator of Villa Triste, an anxious, roving, stateless young man of eighteen, arrives in a small French lakeside town near Switzerland in the early 1960s. He is fleeing the atmosphere of menace he feels around him and the fear that grips him. Fear of war? Of imminent catastrophe? Of others? Whatever it may be, the proximity of Switzerland, to which he plans to run at the first sign of danger, gives him temporary reassurance.
            The young man hides among the other summer visitors until he meets a beautiful young actress named Yvonne Jacquet, and a strange doctor, René Meinthe. These two invite him into their world of soirees and late-night debauchery. But when real life beckons once again, he finds no sympathy from his new companions.
            Modiano has written a haunting novel that captures lost youth, the search for identity, and ultimately, the fleetingness of time.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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metí a empujones al fondo del todo del cuarto de baño, sin abrirlas, porque hay que estar listo para irse en cualquier momento y hay que considerar todos los cuartos donde vamos a parar como refugios provisionales. Por lo demás, �dónde habría podido colocar mi ropa, mis libros y mis guías de teléfonos? Los vestidos y los zapatos de ella llenaban todos los armarios y algunos andaban rodando por los sillones y el sofá del salón. La mesa de caoba estaba atestada de cosméticos. La habitación de

Milán, y en Ginebra también. Pero �qué clase de trabajo? Miré a hurtadillas su pasaporte. Nacionalidad francesa. Domiciliada en Ginebra, plaza de Dorcière, 6 bis. �Por qué? Me quedé muy asombrado al ver que había nacido en la ciudad de Alta Saboya en donde estábamos. �Coincidencia? �O era oriunda de la zona? �Tenía aún familia aquí? Aventuré una pregunta indirecta al respecto, pero quería ocultarme algo. Me contestó de forma muy inconcreta y me dijo que la habían criado en el extranjero. No

ganas. Yvonne me miraba de reojo. Meinthe seguía tabaleando. –Tus favoritos –seguía diciendo Hendrickx– eran Jackie y Tounette... �Eh, Raoul? –Luego, se dio la vuelta hacia Yvonne–: Deberías darles la mano a nuestros amigos Roland-Michel, tus competidores desbancados. Yvonne se resignó a ello. Jackie mostraba una expresión jovial, pero Tounette Roland-Michel le clavó la mirada en los ojos a Yvonne. Parecía rencorosa. –Uno de tus pretendientes –preguntó Hendrickx. Me señalaba a mí. –Mi

ruido de una puerta que habían cerrado de golpe, un ruido muy lejano, pero que el eco reverberaba. Venía del fondo del hangar. La puerta del comedor, allá, a unos cien metros de nosotros. Reconocí la silueta de Yvonne, la melena pelirroja que le caía hasta la cintura cuando no se la peinaba. Desde donde estábamos, parecía diminuta, una liliputiense. El perro le llegaba al pecho. Nunca olvidaré la visión de aquella niña y de aquel moloso que se nos acercaban y, poco a poco, iban recobrando las

contestaba: �Sí.» Una pausa. –Dígale al doctor que lo esperamos mañana a las nueve de la noche en el Bellevue, en Ginebra. �Se ha enterado bien?... Yo soltaba un sí más flojo que el primero. Y él colgaba. Cuando no llamaba para fijar una cita, me encomendaba recados: –¿Oiga? Henri Kustiker al aparato... –Pausa–. Dígale al doctor que el comandante Max y Guérin han llegado. Iremos a verlo mañana por la noche..., mañana por la noche... Yo no me sentía con fuerzas para contestarle. Él ya

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